Autor
Si uno lee la primera entrada de este blog o las actualizaciones de mi patrimonio neto, puede parecer que todo es muy fácil: salario de 50.000+ € al año, hipoteca a 20 años, ninguna deuda más allá de la hipoteca... Nada de eso. Cuando empecé a trabajar donde trabajo, empecé cobrando 800 € al mes. Cuando me ofrecieron un contrato indefinido, conseguí llegar a mileurista. A partir de aquí, fui ascendiendo y encadenando subidas salariales hasta llegar donde estoy hoy, tras años de duro trabajo y de hacer muchas horas extra no remuneradas.
Habiendo aclarado esto, debo aclarar también que mi ética de ahorro no fue siempre la correcta. Durante buena parte de mi juventud, me dejé llevar por el consumismo más extremo influenciado por mi entorno: ropa cara, complementos, productos electrónicos que se acumularon en casa sin ser usados... Y es que el entorno juega un papel fundamental en nuestra vida. Por ello, es de suma importancia rodearse de la gente adecuada.
No fue hasta que adquirí el piso donde vivo mediante una hipoteca que me empecé a interesar por las finanzas personales, los mercados, la inversión... Después de leer mucho sobre tipo fijo y tipo variable, jugar con distintos porcentajes en una hoja de Excel y ver sus diferencias, despertó en mí el gusanillo de entrar en el juego del dinero, pero no me decidía. Veía la inversión como algo solo apto para gente que sabe mucho de economía, no para mí.
Los años fueron pasando y seguí comprando sin parar... hasta que me di cuenta de que:
Es por este motivo que decidí tratar de cambiar el rumbo de mi dinero; en vez de recibirlo de una empresa y enviarlo a otras empresas a través de compras compulsivas, decidí enviar ese dinero a esas otras empresas a través de la compra de sus acciones. De este modo, en vez de usar mi dinero para comprar cosas innecesarias, lo empecé a usar para comprarme más salario a futuro, invirtiendo en esos negocios en el ahora.
Con esta mentalidad arrancó mi plan financiero. Después de leer algunos blogs, entendí que debía empezar por pagarme a mí primero si quería ahorrar de verdad, es decir, tenía que enviar una parte de mi nómina hacia mi cuenta de ahorro nada más recibir el ingreso, como si el ahorro fuera un gasto fijo. A esto se le llama preahorro. Desde entonces, y viendo que funciona, una transferencia automática ha ido haciendo lo mismo cada día uno.
Unos meses después de haber aplicado el preahorro, y ya con ciertos ahorros, mi problema pasó a ser la inflación y la pérdida de poder adquisitivo que esta conlleva. Es contraproducente tratar de acumular dinero para luego poder comprar cada vez menos cosas con él. Por este motivo, una vez creado mi fondo de emergencia, el siguiente paso natural era invertir, es decir, hacer que el dinero que ahorraba trabajara para mí. Y en ello estoy.
Habiendo aclarado esto, debo aclarar también que mi ética de ahorro no fue siempre la correcta. Durante buena parte de mi juventud, me dejé llevar por el consumismo más extremo influenciado por mi entorno: ropa cara, complementos, productos electrónicos que se acumularon en casa sin ser usados... Y es que el entorno juega un papel fundamental en nuestra vida. Por ello, es de suma importancia rodearse de la gente adecuada.
No fue hasta que adquirí el piso donde vivo mediante una hipoteca que me empecé a interesar por las finanzas personales, los mercados, la inversión... Después de leer mucho sobre tipo fijo y tipo variable, jugar con distintos porcentajes en una hoja de Excel y ver sus diferencias, despertó en mí el gusanillo de entrar en el juego del dinero, pero no me decidía. Veía la inversión como algo solo apto para gente que sabe mucho de economía, no para mí.
Los años fueron pasando y seguí comprando sin parar... hasta que me di cuenta de que:
Es insostenible desear que llegue la siguiente nómina
con la intención de gastártela en cosas que no necesitas.
Es por este motivo que decidí tratar de cambiar el rumbo de mi dinero; en vez de recibirlo de una empresa y enviarlo a otras empresas a través de compras compulsivas, decidí enviar ese dinero a esas otras empresas a través de la compra de sus acciones. De este modo, en vez de usar mi dinero para comprar cosas innecesarias, lo empecé a usar para comprarme más salario a futuro, invirtiendo en esos negocios en el ahora.
Con esta mentalidad arrancó mi plan financiero. Después de leer algunos blogs, entendí que debía empezar por pagarme a mí primero si quería ahorrar de verdad, es decir, tenía que enviar una parte de mi nómina hacia mi cuenta de ahorro nada más recibir el ingreso, como si el ahorro fuera un gasto fijo. A esto se le llama preahorro. Desde entonces, y viendo que funciona, una transferencia automática ha ido haciendo lo mismo cada día uno.
Unos meses después de haber aplicado el preahorro, y ya con ciertos ahorros, mi problema pasó a ser la inflación y la pérdida de poder adquisitivo que esta conlleva. Es contraproducente tratar de acumular dinero para luego poder comprar cada vez menos cosas con él. Por este motivo, una vez creado mi fondo de emergencia, el siguiente paso natural era invertir, es decir, hacer que el dinero que ahorraba trabajara para mí. Y en ello estoy.
Comentarios
Publicar un comentario